Un pulpo llamado Alex González


Sabadó, 1º de Marzo de 2003

Un pulpo llamado Alex González

Escondidos por bombos, redoblantes, tambores y platillos, los bateristas suelen estar condenados a estar solos y atrás, mientras el cantante y el guitarra solista suele robarse todos los aplausos y las miradas. Tan fundamentales como un buen arquero, no siempre tienen el lucimiento asegurado. Suelen quedarse quietos, sentados, solitarios tras la maraña de caños y parches, por más que la historia del rock registre héroes como John Bonham y Keith Moon

Si lo de Alex González, que el día del recital en Uruguay cumplió años y lo festejó con torta arriba de las tablas, hubiese sido únicamente el largo solo que ofreció a mitad del recital, ya valía una mención. ¿Cuántos grupos "hiper pesados" y "super rockeros" cuentan con un baterista como el de Maná? Su solo, en el que no dejó pieza de su instrumento sin machacar, literalmente, hizo temblar el cemento del parking donde se montó el escenario y las plateas.

Pero también, le disputó al cantante Fher su rol de centro de miradas. No solo por asumir la primera voz en un par de temas ("Me vale" y "Fe", este último compartido con el vocalista principal). Sino con sus piruetas, saltos, jugueteos con sus baquetas y constantes arengas al público, abandonando la batería y colocándose al frente del escenario. Todo un showman.

A la hora de las presentaciones, Fher lo llamó "animal de la batería", y fue el más aplaudido por el público.

 

El resto
 

El profesionalismo y la calidad de Maná quedó bien patente. El guitarrista Sergio Vallín recordó por momentos a Santana, aunque ocupó un plano relegado respecto al baterista y al voz líder. El bajista Juan Calleros respondió con solvencia y Fher Olvera cantó igual que en los discos.

En los músicos acompañantes, el guitarrista Fher Vallín regaló dos veces su arenga "¡Arriba Uruguay, cabrones!", y el tecladista Juan Carlos Toribio complementó en todo momento, ayudando a generar el clima ideal en cada número.


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