Así lo viven desde talud

Domingo, 10 de Agosto de 2003

Así lo viven desde talud
extraido de elnorte.com

Por Eduardo Castañeda El Norte

(10 Agosto 2003).-


Desde talud, el concierto de Maná se vivió de una manera muy diferente.

En las profundidades del Parque Fundidora, donde los "asientos" más cómodos y espaciosos son también los más baratos, el espectáculo cambió... y mucho, en comparación con el que se observó desde butacas.

 

En la parte trasera del Auditorio del Parque Fundidora, tapizada de pasto sintético, no es común que la gente participe en los rituales que realizan los de las secciones A y B. Atrás, los que también son fanáticos, pero que quizás no les alcanzó para un mejor lugar, no fueron tomados en cuenta. A lo largo del recital nunca se refirieron a ellos, ni siquiera los mencionaron con un grito o, por lo menos, les pidieron que alzaran sus brazos.

Ellos, los seguidores del grupo, en cambio, se mantuvieron, la mayor parte del concierto, sentados a sus anchas, fumando, platicando, o manteniendo a raya a sus niños, ya que el talud es el lugar preferido de los padres.

Pero también hubo muchas mujeres, jovencitas en su mayoría, que no pararon de bailar al son de "Oye, mi Amor" y "Se me Olvidó Otra Vez".

Y es que el estar alejados de sus artistas, no fue obstáculo para sentirse cerca de ellos.

La visibilidad fue perfecta, aunque lejana. Las dos enormes pantallas situadas en el escenario hicieron la labor de brindar los detalles.

Al número oficial de boletos vendidos, debe de agregársele los de decenas de personas que, afuera del inmueble, y luego de hacer algo de ejercicio, disfrutaron del concierto, parados o sentados en las gradas ubicadas afuera del Auditorio.

El sonido atrás se sintió en su máximo esplendor, sobre todo con el viento refrescando los rostros. No hubo guardias sentando o movilizando a la gente. Uno tampoco se limitó a una silla o espacio específico. Y todo esto, por tan sólo 100 pesos.

 


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