Rock por la Tierra

Domingo, 21 de Diciembre de 2003

Rock por la Tierra

La historia de Maná en la música y en labores de activismo social está ligada a la de su líder.

Fernando Olvera Sierra
Compositor y cantante de Maná

La escena se recuerda como en flashback. Principios de los ochenta, una granja en Zapopan. Cae la tarde y Sombrero Verde prueba sonido. Esa noche hay tocada. En las bocinas suenan los Beatles en vivo. La gritería de las fanáticas es tal que casi no se oye la música. Fher, descamisado y jalando cables, se acerca con un compa para hacerle una poco modesta promesa: “Algún día, Gayol, vamos a llegar tan lejos”.

 

Veinte años después la afirmación sigue pareciendo temeraria, pero muestra al compositor de cuerpo entero. Desde la adolescencia, Fernando Olvera Sierra supo que lo suyo era el rock. Su objetivo se convirtió en plan de vida. Como líder de la banda nacional más conocida en el extranjero, es lo más cercano a un rock star mexicano.

Pero Maná no se hizo en un día. Tomó ocho años para engendrarlo y 18 para consolidarlo, siempre desde la libertad creativa que sólo permite la producción independiente. No lo hizo la payola, ni salieron de un concurso de dudosos talentos aceitados por la tele. Se hizo en cada tocada, en cada grabación, cada que pudo levantarse de la caída. En más de un sentido, la historia de Maná corresponde con la de su líder. Libran juntos la batalla por mantenerse vigentes y por hacer su mensaje efectivo y con propuesta.

Huérfano de padre desde la infancia, Fernando ha tenido que enfrentar carencias. Las materiales las ha resuelto a fuerza de insistir en su proyecto. Las afectivas, han encontrado una vía de escape en sus composiciones y una manera de materializarse en actividades filantrópicas.

Maná no evade su responsabilidad social y Fher ha sido promotor de ello. Han colaborado con instituciones que trabajan con niños de la calle, por los derechos humanos, en contra de la violencia hacia las mujeres y a favor de la conservación del ambiente. Le queda claro que, como figura pública, tiene que responsabilizarse de su acción y su discurso: “Maná es un grupo que tiene una postura por la conservación del medio ambiente y de los derechos humanos. Nos interesa mucho poner nuestro granito de arena desde nuestra trinchera y estamos tratando de influir un poquito en la juventud... La esperanza son los chavos, ¿no?”, dice.

Para ir más allá de las declaraciones políticamente correctas, Fher y Maná crearon la fundación Selva Negra. Se trata, “por un lado, de promover el respeto al planeta a nuestra madre Tierra a través de conciertos, entrevistas, canciones, etcétera; y por el otro lado tenemos una campaña permanente de conservación de la tortuga del Pacífico mexicano”. La banda costea tres campamentos tortugueros que en cinco años han liberado casi un millón de crías. En la labor se invita a universidades y escuelas, en una auténtica suma de voluntades.

El año que termina ha resultado retribuyente. Maná donó parte de las ganancias de su gira estadunidense para la FAO y en octubre el organismo los designó embajadores. En noviembre, fueron recibidos por el presidente Vicente Fox.

A propósito surge una última cuestión: ¿Puede un grupo de rock contribuir a crear conciencia? Su respuesta es ilustrativa: “De conservación y de derechos humanos no aprendimos ni en la escuela, ni en la iglesia, ni en la casa... lo aprendimos con Bono de U2, con Sting, con Peter Gabriel, con John Lennon, y creo que eso fue la mechita que encendió nuestra forma de pensar”.

Info: milenio.com