Conocí a
Letizia Ortiz en un restaurante en Guadalajara, en mayo de 1996; ahí le
concedí una entrevista que posteriormente apareció publicada en el diario
Siglo 21 de ésta ciudad. Me acuerdo que estábamos Denisse de Mello, una
brasileña iniciada en el chamanismo (con quien hice amistad en la selva
amazónica), Letizia y yo.
La recuerdo guapa, con presencia e inteligente. Me preguntó sobre política
mexicana, cultura, arte, gastronomía. Por eso la recuerdo, en aquellos años no
le sucedía frecuentemente a Maná que nos preguntaran sobre otros temas que no
fueran los del “mundo del espectáculo”, ella lo hizo. Y lo hizo desde una
posición escéptica: no conocía nuestro trabajo musical, nuestra visión del
mundo, a profundidad.
Unas semanas después dimos un concierto en la plaza de toros de Guadalajara y
ella asistió. Creo que cambió su percepción respecto a nosotros. Al final fue
a los camerinos a saludarnos y, claro, nos tomamos unos tequilas. Ella ya
estaba inmersa en la cultura mexicana, la tapatía en especial; no olvido que
preguntó en la entrevista si yo prefería una torta ahogada (una especie de
baguette bañado por una salsa con mucho chile) por sobre una hamburguesa, o mi
opinión sobre el hecho de que una cadena de farmacias de mi ciudad decidió no
vender condones por una postura moralista.
Hoy me entero de que el arte de uno de nuestros cd´s históricos, “Sueños
líquidos”, está inspirado en parte por ella. Me da gusto. Cuando originalmente
le pedimos a Waldo que se encargara de la parte visual del álbum no pusimos
ningún requisito, nos bastaba lo que sabemos de su talento. Al final entregó
un trabajo que nos encantó y que ahora es parte sustancial de nuestra
historia. La técnica que usó para pintar y elegir a los personajes (yo mismo
aparezco con un telescopio) ya Waldo Saavedra la explicó, nosotros la
desconocíamos. Es importante decir que la pintura que ha estado en el centro
del debate no es la de la portada del disco, sino el cartel desplegable que
uno ve cuando abre el cd y que es central para el concepto del álbum.
Me resulta muy agradable pensar que la futura Reina de España conoce la
cultura mexicana, la tapatía, desde dentro, gracias a haber estado rodeada de
gente como Waldo Saavedra, por saber de la comida local porque la comió, no
como turista o por referencia de libros, y hasta por haberse aventurado a un
concierto de rock en un ruedo mexicano. Algo bueno debe resultar de todo esto
para los españoles y los latinoamericanos. Cuando menos es interesante. |