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Delmira
Agustini - (1886 - 1914) |
Montevideo literario e histórico Montevideo de principios
de siglo era una ciudad pequeña, pasados los levantamientos militares,
con altibajos en la economía, el país entraba en una época
de prosperidad. El día lunes
6 de julio de 1914, Delmira Agustini fue muerta por dos balazos en la
cabeza por su ex esposo, Enrique Job Reyes, que se suicidó enseguida,
en la pieza que él alquilaba en la calle Andes 1206, en casa de
la familia González Mariño, amiga suya. APRENDIZAJE: Curso enseñanza
primaria en el Colegio de las Hermanas del Huerto. Su vocación
poética fue temprana: a los cinco años dictaba a su padre
las primeras composiciones poéticas. LA OBRA: En 1907 editó el primer conjunto de poesías, “El Libro Blanco”, prologado por Manuel Medina Betancort. Se trata de una obra modernista, reclama libertad para el creador: ¡El
pensamiento El poema Íntima,
de la sección Orla Rosa, es su primer canto de amor. En Orla Rosa
aparece su constante: la fuerza de vida que la lleva a reunir en haz el
deseo, el ímpetu de la pasión, la sensibilidad, la inteligencia,
la imaginación. Yo lo soñé
impetuoso, formidable y ardiente; Su obra puede ordenarse así: “La Alborada” (1896-1903) – Poesías de iniciación – algunas se publicaron en las revistas Rojo y Blanco, en la Petite Revue y en La Alborada, que le dio su nombre. “El Libro Blanco” (1907) “Cantos de la Mañana” (1910) – con prólogo de Manuel Pérez y Curis. “Los Cálices Vacíos” (1913) – Pórtico de Rubén Darío. “Los Astros
del Abismo” (1924) – libro en preparación. El total
se reunió en dos volúmenes, Poesías Completas, prologados
por Vicente A. Salaverri AMBIENTE: Delmira sabía
que la realidad y el sueño se confunden en una zona a la cual no
llegan los sentidos. El Amor era el cauce de su vida. DELMIRA Y RUBÉN DARÍO: El 28 de junio de
1912, Rubén Darío llegó a Montevideo, donde estuvo
casi un mes. El sábado 13 de julio siguiente, a las cinco de la
mañana, fue a visitar a Delmira. “Pórtico” de Rubén Darío al libro “Los Cálices Vacíos” De todas las mujeres que hoy escriben en verso, ninguna ha impresionado mi ánimo como Delmira Agustini, por su alma sin velos y su corazón de flor. A veces rosa por lo sonrosado, a veces lirio por lo blanco. Y es la primera vez que en lengua castellana aparece un alma femenina en el orgullo de su inocencia y de su amor, a no ser Santa Teresa en su exaltación divina. Si esta niña bella continúa en la lírica revelación de su espíritu como hasta ahora, va a asombrar a nuestro mundo de habla española. Sinceridad, encanto, fantasía, de ahí las cualidades de esta deliciosa musa. Cambiando la frase de Shakespeare, podría decirse that is a woman, pues por ser muy mujer dice cosas exquisitas que nunca se han dicho. Sean con ella la gloria, el amor y la felicidad. CICLOS DEL AMOR: En sus poemas de amor se distinguen dos ciclos: Primer ciclo: Orla
Rosa, de El Libro Blanco y Cantos de la Mañana. Delmira resume los
datos de la realidad en sus experiencias de enamorada. Sin embargo, algunos
poemas se rozan con la Filosofía, como Lo Inefable, porque el Pensamiento
no se opone a la Poesía. Por otra parte toda concepción
de la vida es filosófica, y toda poesía es una concepción
de la vida expresada líricamente. ITINERARIO DE UNA POETISA 1886 – 24 de Octubre: nace en Montevideo Delmira Agustini, en la casa de la calle Río Branco 254 (en ese momento era una casa baja, de balcones de mármol). Se la inscribe en el Registro Civil de la 5º Sección Judicial de Montevideo y es bautizada el 8 de enero de 1887 en la catedral, por el presbítero don Santiago Haretche, son padrinos don Domingo Agustini y doña Dolores Murtfeldt de Muñiz, según costa en actas. 1898 – 15 de Abril: escribe sus primeros versos dedicados a su profesora. La vocación ya había despertado en ella. 1902 – Delmira
estudia el francés con Mlle. Madeleine Casey (de enero a abril),
y prosigue sus estudios con el profesor Willems, francés, hasta
el año 1905. 1903 – 7 de abril: Se publica un juicio laudatorio sobre Delmira en La Petite Reveue hebdomadario que aparece en París, con similar en Montevideo. Se titula: “Une poete precoce”. Trae poemas traducidos al francés y transcribe el juicio publicado en la Alborada. Lo firma C.X. 1905 – Sarah Bernhardt, la actriz más célebre de aquel tiempo, inaugura el teatro Urquiza, representando el drama de Victoriano Sardou “La Sorciere”. Delmira, de 19 años, apasionada admiradora de la actriz, asiste a la inauguración. 1906 – Delmira
se compromete con Amancio D. Sollers, periodista, nativo de Minas. La
relación dura solo un año. 1907 – Delmira
toma parte en una representación teatral a beneficio de los damnificados
por el terremoto de Valparaíso. Desempeña el papel femenino
principal de la pieza Luthier de Crémone de Francois Copée,
que Samuel Blixen ha traducido con el título de “El violín
mágico”. La representación tuvo lugar en el teatro
Urquiza. 1908 – marzo: Delmira conoce a Enrique Job Reyes, su futuro marido, hombre de gallardía varonil, aunque carente de cultura intelectual, trabaja de rematador de haciendas. Tiene 23 años, uno más que Delmira. Durante uno de sus cortos viajes a Buenos Aires, en compañía de sus padres le envía varias cartas tiernamente expresivas, caracterizadas por un lenguaje de artificial infantilismo, característico de casi toda su correspondencia amorosa anterior al casamiento. 1910 – 27
de agosto: Delmira asiste en compañía de su madre y de su
novio, Enrique J. Reyes, al gran baile del Club Uruguay, en honor de Roque
Sáenz Peña, a su paso por Montevideo, en viaje de retorno
de Europa a su patria, donde ejercerá la presidencia de la República. 1911 – setiembre:
Delmira sostiene una controversia literaria en La Razón de Montevideo,
con los periodistas Alejandro Sux, argentino y Vicente Salaverri, español
nacionalizado. El motivo es un artículo del primero, publicado
en la revista Elegancia de París – suplemento de Mundial,
que dirigía Rubén Darío – ciudad donde aquél
reside. 1912 – 28 de junio: Llega Rubén Darío a Montevideo, en giras por países de América, traído por los editores de la revista Mundial, que aparece en París, dirigida por el poeta. 13 de julio: Darío visita a Delmira y escribe luego una página que servirá de pórtico a la edición de “Los cálices vacíos”, a principios de 1913. 24 de julio: Entre los agasajos que se tributan a Darío, durante su estada en Montevideo, tiene lugar una velada literaria en el teatro Urquiza. Delmira, invitada, no puede concurrir por hallarse indispuesta. Envía un poema que es leído en el curso del acto. 1913 – en los primeros meses del año aparece su principal libro “Los cálices vacíos”. Preceden al texto en castellano dos estrofas en francés, únicas publicadas por Delmira, de las varias que escribió en ese idioma. Al final tiene una serie de cartas y extractos de opiniones de escritores nacionales y extranjeros. Entre ambas partes del libro – la nueva y la antológica – se inserta otra nota, en la cual se anuncia la futura aparición de otro libro: “Los astros del abismo”. Este libro no llega a publicarse en vida. Póstumamente aparece, en parte, en 1924, agregándosele otro título: “El rosario de Eros”. La carátula es del pintor Carlos A. Castellanos. 14 de agosto: Delmira
se casa con Enrique Job Reyes, tras cinco años de sostenido y tranquilo
noviazgo. Tanto la ceremonia civil como la religiosa se efectúan
en el domicilio de la desposada, en la calle San José 1182. 6 de octubre: Delmira se separa de su esposo, volviendo a vivir a casa de sus padres. Al abandonar a su marido, Delmira le deja una carta, cuyo original se ha perdido. Poco después Reyes le envía una carta de respuesta, conteniendo graves acusaciones contra ella y la madre, dando por definitiva la separación. 17 de noviembre: Se inicia en el Juzgado Letrado Departamental de 2º Turno, el expediente de demanda de divorcio, por parte de Delmira. 1914 – 5 de junio: El juez competente emite el fallo definitivo de disolución del matrimonio. Durante los meses en que se ha tramitado el divorcio, Reyes y Delmira mantienen entrevistas secretas, en la calle Andes 1206, esquina Canelones. 6 de junio: Reyes
mata a Delmira Agustini de dos balazos en la cabeza, suicidándose
luego, en la habitación de la calle Andes, donde se entrevistaban.
Ella muere instantáneamente. El es llevado moribundo al Hospital
Maciel, donde fallece dos horas después. Miguel de Unamuno opina sobre Delmira Agustini: Señora Delmira Agustini: Abrí sus Cantos de la mañana con el recuerdo de otras poetisas orientales que he leído en una colección (entre ellas recuerdo ahora a María Eugenia Vaz Ferreira). Y vi lo primero que es musa hispana, gitana su sangre y teutón el rubio vaso. ¡Alma que
cabe en un verso ¡Que intrafemenino, es decir, qué hondamente humano es esto! Las noches son caminos negros de las auroras. Si, por la noche se va mejor. No sé dónde, pero en alguna parte he expuesto el sueño de que en la otra vida vivamos al revés, hacia el pasado que retroceda el tiempo. ¡Fuerte como en los brazos de Dios! Qué poético, es decir, qué íntimamente verdadero es esto. Y los brazos de Dios son la soledad. Sí, por mi
parte, sé lo que es llevar dentro una estrella dormida que nos
abrasa sin dar un fulgor. ¿Y esa extraña obsesión
que tiene usted de tener entre las manos, unas veces la cabeza muerta
del amado, otras la de Dios?
¡Y vuelve la misma obsesión! Sí, de la cabeza fluye una vida ignota. El hombre, dicen, tiende a convertirse en un hipertrófico cerebro, servido por órganos. Y ahora, después
de otras fugitivas notas escritas mientras leo su libro, no quiero leer
las “Opiniones” sobre la poetisa. ¿Para qué? La poesía
a “La estatua” me recuerda algo que he escrito titulado “Calma”
y que aparecerá en mi segundo tomo de Poesías. ¡La forma es un pretexto, el alma todo! ¿Y si el
alma no fuera más que forma? Mi musa tomó un día la placentera ruta... Despéinala usted y quítele las galas parisinas: muéstrenosla desnuda. Es lo que ha empezado a hacer en su Cantos de la mañana donde ya se ha librado de no poca retórica que hay en este Libro blanco. De ahí el progreso. Ha ahondado en la forma, del ropaje pasó a la encarnadura. ¡Aún más adentro! mi
alma es frente a su alma es de verdadera grandeza. Y cierro este libro, menos intenso y menos íntimo que el otro. ¿Impresión de conjunto? ¿Juicio total? ¿Para qué? Sucede que es uno sincero y espontáneo en cada eslabón, y luego hace con ellos una cadena falsa. No, no quiero resumir ni sintetizar. Y ahora espero otro libro de usted. ¿Libro? Ya sabe usted lo que esto quiere decir. Porque esto de libro no dice lo debido. Y espero que siga usted viviendo. Le saluda con toda simpatía de compañerismo. Miguel de Unamuno. REPORTAJE A DELMIRA AGUSTINI Cómo
conocí a Delmira Agustini por Alberto Zum Felde “Nuestra amistad
con aquella extraordinaria mujer que fue Delmira se inició a raíz
de un artículo publicado por mí en el diario El Día,
de exaltado tono, en el cual expresaba mi fervorosa admiración
por su poesía. No recuerdo la fecha exacta de ese encuentro, pero
muy poco tiempo después de haber aparecido Los cálices vacíos,
libro en el cual ella seleccionaba toda su producción anterior,
y poco tiempo antes de ser trágicamente sacrificada en el altar
de Eros, su Dios. CARTAS ENTRE RUBÉN DARÍO Y DELMIRA AGUSTINI: Carta enviada por Delmira a Rubén en 1912 (fragmento) “Perdón si le molesto una vez más. Hoy he logrado un momento de calma en mi eterna exaltación dolorosa. Y éstas son mis horas más tristes. En ellas llego a la conciencia de mi inconciencia. Y no sé si su neurastenia ha alcanzado nunca el grado de la mía. Yo no sé si usted ha mirado alguna vez la locura cara a cara y ha luchado con ella en la soledad angustiosa de un espíritu hermético. No hay, no puede haber sensación más horrible. Y el ansia, el ansia inmensa de pedir socorro contra todo – a otro espíritu mártir del mismo martirio. Acaso su voluntad, más fuerte necesariamente que la mía, no le dejará comprender jamás el sufrimiento de mi debilidad en lucha con tanto horror. Y en tal caso, si viviera usted cien años, la vida debía resultarle corta para reír de mí – si es que Darío puede reír de nadie -. Pero si por alguna afinidad mórbida llega usted a percibir mi espíritu, mi verdadero espíritu, en el torbellino de mi locura, me tendrá usted la más profunda, la más afectuosa compasión que pueda sentir jamás. Piense usted que ni aun me queda la esperanza que la muerte, porque la imagino llena de horribles vidas. Y el derecho del sueño se me ha negado casi desde el nacimiento. Y la primera vez que desborda mi locura es ante usted. ¿Por qué? Nadie debió resultar más imponente a mi timidez. ¿Cómo hacerle creer en ella a usted, que solo conoce la valentía de mi inconsciencia? Tal vez porque le reconocí más esencia divina que a todos los humanos tratados hasta ahora. Y por lo tanto, más indulgencia. A veces me asusta mi osadía: y a veces, ¿a qué negarlo?, me reprocho el desastre de mi orgullo. Me parece una bella estatua despedazada a sus pies. Sé que tal homenaje nada vale para usted, pero yo no puedo hacerlo más grande. A mediados de octubre, pienso internar mi neurosis en un sanatorio, de donde, bien o mal, saldré en noviembre o diciembre para casarme. He resuelto arrojarme al abismo medroso del casamiento. No sé: tal vez en el fondo me espera la felicidad. ¡La vida es tan rara! ¿Quiere usted dejar caer en un alma que acaso se aleja para siempre, una sola palabra paternal? ¿Quiere usted escribirme una vez más, aunque sea la última, para decirme solamente que no me desprecia? D.” Respuesta
de Rubén Darío “Buenos Aires,
9 de agosto. Tranquilidad. Creer sobre todo
en una cosa: el Destino. Los Cantos de la mañana son muy bellos. Pero si es posible aún, más sinceridad, más malgré totu. “El Confesor”. Segunda carta de Delmira (sin fecha) “¡Con cuánta razón me recomienda usted tranquilidad! Para demostrarle mi estado de ánimo estos días, bástele lo siguiente: como pensaba casarme muy pronto, ya había dicho a mi novio que pensaba sostener correspondencia con usted, el más genial y profundo guía espiritual. Ayer él me preguntó, casualmente, si le había escrito o si tenía noticias suyas. Me turbé tanto, divagué tanto, que llegó a imaginar lo imposible. Hoy me pregunto ¿Por qué? Es que hoy soy otra, al menos quiero ser otra. Seré dúctil, pero sea usted suave. Escúlpame sonriendo. Acaso en mis manifestaciones de aprecio le resulte exagerada. Es que usted mismo ignora de cuánto bien y cuánto mal ha nutrido mi corazón. El supremo placer y divino dolor de la belleza. Sus versos me dan continuamente la sensación irremplazable. El momento inefable que nunca más se gozará, que nadie más podrá darnos. Todo aquel placer y aquel dolor que no volverán jamás aunque acaso vengan otros tan fuertes y profundos. Esta exquisita y suma sensación artística, fuera de usted, me la dieron dos veces solas en la vida: una Verlaine, en un soneto adorable, y otra Villaespesa (!) (¿soy absurda?... hablo con el corazón), en unos versos maravillosamente dulces. Y usted, maestro,
usted me la da siempre en cada estrofa, en cada verso, a veces en una
palabra Y tan intensa, tan vertiginosamente, como el día glorioso
que, entre una muñeca y un dulce, sollocé leyendo ‘Sinfonía
en gris’. Por eso, si Darío es para el mundo el rey de los
poetas, para mi es Dios en el Arte. Y para él quisiera arrancar
rosas y astros de mi corazón. Y he visto a ese mi Dios, vivo, dulce
y magnífico, que ha de amarse con el más vivido fervor celeste
y la más blanca ternura humana. Explíquese usted así
mi admiración. Y ahora, la absolución y el olvido. Delmira Agustini – RESUMIENDO - Delmira Agustini: bastaron 28 años de existencia para pasar a la inmortalidad. Fue un raro esplendor dentro de la poesía uruguaya que marcó una fuerza de belleza y de forma dentro de lo que se llamó la escuela modernista. Sus libros fueron “El libro blanco”, “Cantos de la mañana”, “Los cálices vacíos”, todos ellos con distintos valores y donde sus versos dan una visión muy personal de la poetisa. En los versos de Delmira, nos encontramos con un acento mágico, en un arrebato húmedo y sensible haciendo vibrar a los lectores. Delmira también fue de la generación del 900 y junto a María Eugenia Vaz Ferreira marcaron una calidad muy destacada de nuestra literatura. Delmira nació en 1886 en un hogar acomodado. Tuvo su piano, su bordado, su pintura. Sus poemas tuvieron la presencia de los sueños, los mismos que quizás bordó en una escritura muy personal desde los diez años. La doctora Aurora Larrosa recuerda a Delmira: “Con aquella su mirada celeste, inexplicable y suprema en cuya expresión se contenía toda una vida de amor y todo un horizonte de esperanza”. Cuando Delmira publica su primer libro a los 20 años, Carlos Vaz Ferreira dice: “... teniendo en cuenta su edad, etc., calificaría su libro, sencillamente como un milagro”. Ella misma fue un milagro que buscaba la luz más clara, la luz más hermosa y desde niña fue distinta con una inteligencia fuera de lo común, teniendo un año de edad hablaba claramente. Los primeros versos que escribió nacieron de las extensas lecturas de poetas y novelistas. Su
obra poética ha sido reeditada muchas veces y no se opaca con el
recuerdo que ha recogido la Biblioteca Nacional y que van desde Manuscritos,
Correspondencia, Objetos Particulares, Impresos, Libros de Delmira Agustini,
Iconografía, Cuadros, etc. |
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Bibliografía Consultada: "Delmira Agustini" por Roberto Bula Píriz - Literatura Uruguaya - Diario "La Mañana" (1989) - Editado por Sociedad Editora Uruguaya S.A. - Montevideo - Uruguay. Redacción y Recopilación de Datos: Valentina Garcés Campbell. |
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Por aportes y comentarios escriba a: Valentina Garcés - poesiay@internet.com.uy Web Master: Gustavo Cuba - gcuba@internet.com.uy |