Este material tiene por finalidad apoyar el desarrollo del niño preescolar.
Pensamos en educadoras, docentes, padres y todo aquel que quiera tomarse un ratito, compartiendo el mundo mágico de los niños en esta etapa donde descubren día a día.

NOVIA DEL CAMPO, AMAPOLA
Juan Ramón Jiménez
(español)

Novia del campo, amapola,
que estás abierta en el trigo:
amapolita, amapola,
¿te quieres casar conmigo?
Te daré toda mi alma,
tendrás agua y tendrás pan.
Te daré toda mi alma,
toda mi alma de galán.
Tendrás una casa pobre,
yo te querré como un niño,
tendrás una casa pobre
llena de sol y cariño.
Yo te labraré tu campo,
tu irás por agua a la fuente,
yo te regaré tu campo
con el sudor de mi frente.
Amapola del camino,
roja como un corazón,
yo te haré cantar al son
de la rueda del molino.
Yo te haré cantar, y al son
de la rueda dolorida,
te abriré mi corazón,
amapola de mi vida.
Novia del campo, amapola,
que estás abierta en el trigo:
amapolita, amapola,
¿te quieres casar conmigo?


EL CARACOL, LA LUCIÉRNAGA Y EL GRILLO
Fernando Luján
(argentino)

Qué dichoso el caracol,
que tiene un casco de vidrio
y duerme bajo la col.
Más dichosa es la luciérnaga
que por las noches se alumbra
con una verde linterna.
¡Pero más dichoso el grillo
porque sabe una canción
para dormir a mi niño!

LAS CANCIONES DE NATACHA
Juana de Ibarbourou
(uruguaya)

Se enojó la luna,
se enojó el lucero,
porque esta niñita
riñó con el sueño.

Duérmete, Natacha,
para que la luna
se ponga contenta
y te de aceitunas.

Duérmete, Natacha,
para que el lucero
te haga una almohadita
de albahaca y romero.

La loba, la loba
le compró al lobito
un calzón de seda
y un gorro bonito.

La loba, la loba
salió de paseo
con su traje rico
y su hijito feo.

La loba, la loba
vendrá por aquí
si esta niña mía
no quiere dormir.

Por los campos verdes
de Jerusalén
va un niñito rubio
camino a Belén.

Le dan los pastores
tortas de maíz,
leche de sus cabras
y pan con anís.

El niñito tiene
los rizos de luz.
Duérmete Natacha,
sueña con Jesús.

-Señor jardinero,
déme usted a mí
un capullo pálido
y otro carmesí.

Los pondré en la almohada
donde mi Natacha
hunde su mejilla
rosadita y blanca.

Y al día siguiente
tendrá usted, así,
dos rositas blancas
y dos carmesí.

La señora Luna
le pidió al naranjo
un vestido verde
y un velillo blanco.

La señora Luna
se quiere casar
con un pajarito
de plata y coral.

Duérmete, Natacha,
e irás a la boda
peinada de moño
y en traje de cola.

-El sueño hoy no quiere
venir por acá.
Anda, ratoncito,
a ver dónde está.

-Señora, mi ama,
yo lo vi bailar
con dos damas rubias
en la casa real.

-Dile que Natacha
se quiere dormir:
que mi niña es buena
como un serafín.

Que venga en seguida
y le daré yo
un collar de plata
y un limón de olor.

ARRULLO
Gastón Gigueira
(uruguayo)

Para que este niño tenga
un blandísimo colchón,
el cordero más bonito
nos ha dado su plumón.

Para que este niño viva
siempre lleno de ilusión,
la luna reza por él
su luminosa oración.

Y para que este niño llene
de dicha su corazón,
su madre lo va arrullando
con la más dulce canción.

CANTA LA MADRE POBRE
Germán Berdiales
(argentino)

Este niño pícaro
se burla de mí
cierra los ojitos
y los vuelve a abrir.
Basta de jugar,
basta de reír,
cierra ya los ojos
y quédese así.
¿Que primero un cuento?
Pues sí, niño, sí;
había una vez
en cierto país
mucho que lavar,
mucho que planchar,
mucho que zurcir…
Por suerte los niños
dormían allí…
Y usted, dígame,
¿no piensa dormir?
¡Ah, quiere un besito!
¡Uno, y cien, y mil!
Pero, ¡a ver si ahora
se duerme por fin!
que su madre vive
en aquel país
y la pobre tiene
mucho que lavar,
mucho que planchar,
mucho que zurcir…

LA TIJERA DE MAMÁ
Germán Berdiales
(argentino)

Cuando me recorta el pelo
la tijera de mamá,
va diciendo en su revuelo:
chiqui-chiqui-chiqui-cha…

Aletea,
viene y va
y a mi oído cuchichea:
chiqui-chiqui-chiqui-cha…

Cuando el pelo me recorta
la tijera de mamá,
charla más de lo que corta:
chiqui-chiqui-chiqui-cha…

EN TUS BRAZOS
Germán Berdiales
(argentino)

Mamita, mamita,
si tú fueses árbol,
tu hijito en tus ramas
quisiera ser pájaro.

Si tú fueses río
que al mar va cantando,
tu hijito en tus aguas
quisiera ser barco.

Mamita, mamita,
si fueses un árbol,
tú me acunarías
igual en tus brazos.


LA TOS DE LA MUÑECA
Germán Berdiales
(argentino)

Como mi linda muñeca
tiene un poquito de tos,
yo, que enseguida me aflijo,
hice llamar al doctor.
Serio y callado, a la enferma
largo tiempo examinó,
ya poniéndole el termómetro,
ya mirando su reloj.
La muñeca estaba pálida,
yo temblaba de emoción,
y, al fin, el médico dijo,
bajando mucho la voz:
-Esta tos sólo se cura
con un caramelo o dos.

PUPILAS DE NIÑO
Francisco López Merino
(argentino)

Niño pequeñito
que asombrado miras:
hoy el verso mío
canta a tus pupilas.

Ya cantó a las rosas
suaves y divinas
y a las madreselvas
y a las sensitivas…

Hoy el verso mío
canta a tus pupilas
que han seguido el vuelo
de las golondrinas
por entre esa senda
celeste y tranquila
donde la mirada
se torna caricia…

Hoy el verso mío
canta a tus pupilas
que miraron una
mariposa herida
y después lloraron
lágrimas benditas.

Hoy el verso mío
canta a tus pupilas
que se detuvieron
ante las hormigas
que por una senda
iban y venían…

Hoy el verso mío
canta a tus pupilas
que en el sueño puro
de la noche tibia
sueñan con el oro
de las estrellitas…
Niño pequeñito
que asombrado miras:
hoy el verso mío
canta en tus pupilas.

ROMANCE DE LA LUNA, LUNA
Ricardo E. Pose
(argentino)

La luna, la luna, luna
sobre los cielos está.
Cuatro peces voladores
la sacaron de la mar.
¡Y el mar, tan blanco de luna!
¡Y el mar, tan blanco que está!

Sobre las aguas, la luna
toda la noche andará.
Cuatro peces voladores
a la luna arrastrarán.

Y la luna, ¡tan redonda!,
qué buen camino que hará,
vuelta y vuelta entre las nubes
toda la noche andará.
¡Y el mar, tan blanco de luna!
¡Y el mar, qué blanco estará!

Cuando la noche se acabe
la luna irá a descansar.
Cuatro peces voladores
la bajarán hasta el mar.
La luna, la luna, luna,
¡la luna se mojará!

MIS AMIGAS
Carlos Pezoa Véliz
(chileno)

Tanto he vagado en el bosque
cantando versos y rimas,
que ya no temen mi paso
las alegres golondrinas.

Y tanto me aman las pobres,
que, por oír mis estrofas,
unas se posan en mi hombro
y andan muy quedo las otras.

Hoy no más me vio una amiga
escribiendo un sonetillo,
se acercó… ¡y en el piquito
se lo llevó para el nido!

LA CABRA
Oscar Castro
(chileno)

La cabra suelta en el huerto
andaba comiendo albahaca.
Toronjil comió después,
y después tallos de malva.

Era blanca como un queso,
como la luna era blanca.
Cansada de comer hierbas,
se puso a comer retamas.

Nadie la vio sino Dios.
Mi corazón la miraba.
Ella seguía comiendo
flores y ramas de salvia.

Se puso a balar después,
bajo la clara mañana.
Su balido era en el aire
un agua que no mojaba.

Se fue por el campo fresco,
camino de la montaña.
Se perfumaba de malvas
el viento cuando balaba.

EL ZORZAL
Juan Burghi
(uruguayo)

Con su pechera rosada
y su levita marrón;
con ese cuerpo robusto
y ese aire de gran señor,
nadie lo imaginaría
tan delicado cantor.

Muere el sol y, junto al río
da sus silbos el zorzal:
la tarde que se marchaba,
se volvió para escuchar;
el agua, que iba corriendo,
se detuvo hecha un cristal;
el aire quedó en suspenso;
la brisa, sin respirar;
abrió una boca tamaña
la luna sobre el sauzal,
y con lágrimas de estrellas
el cielo rompió a llorar…
Anochece… Junto al río,
sigue cantando el zorzal.

LAS BODAS DE LA MARIPOSA
Amado Nervo
(mexicano)

Te vamos a casar,
mariposa de colores,
te vamos a casar;
tus madrinas serán flores-
-¿Y por qué me he de casar
sin hacerme de rogar?
-Te vamos a casar,
mariposa de colores,
te vamos a casar;
tus madrinas serán flores.

-Yo –dice el caracol-
te daré para mansión,
amiga tornasol,
te daré mi habitación.
-Lo que da un amigo fiel,
yo lo acepto siempre de él.
-Yo –dice el caracol-
te daré para mansión,
amiga tornasol,
te daré mi habitación.

-Yo –dijo la hormiguita-,
de mi rica provisión,
te daré una migajita
y de granos un montón.
-¡Oh, qué buena comidita!
¡Oh, qué gran “comilitón”!
-Yo –dijo la hormiguita-,
de mi rica provisión,
te daré una migajita,
y de granos un montón.

La abeja de oro habló:
-Te daré mi mejor miel-.
La abeja de oro habló:
-Te regalo el postre yo.
-Gracias mil, abeja fiel.
¡Y qué buena que es tu miel!-
La abeja de oro habló:
-Te daré postre de miel-.
La abeja de oro habló:
-Te daré mi postre yo.

-Yo –el grillo –iré a tu fiesta
para tocar mi guitarra.
-Completaré la orquesta
-dijo una cigarra.
-Gracias, grillo, no está mal;
cigarrita, está muy bien.
-Yo llevo mi timbal.
-Yo, mi pífano también.
-Grillito, no está mal;
cigarrita, está muy bien.

-Por ti voy a brillar
-el cocuyo prometió-,
pues quiero iluminar
tus bodas sin cesar.
-Gracias a todos y a todas;
serán soberbias mis bodas.
Me quiero ya casar.
-Por ti voy a brillar
-el cocuyo prometió-,
no te hagas de rogar.

CANCIONCILLA A LA LUNA
Carlos María Vallejo
(uruguayo)

La primer noche de luna
-ha de ser de luna plena-
haremos ronda de niñas
del parque sobre la hierba.

Luna blanca,
luna llena,
¡ay!,
lunita de plata fina,
¡ay!,
luna blanca,
luna llena.

Te cantaremos en corro
la letrilla de la abuela,
hilada bajo el recuerdo,
mientras tejía en su rueca.
Luna blanca,
Luna llena,
¡ay!,
lunita de plata fina.

Se fue camino del cielo
la niña que más quería,
no sé si lo habrá encontrado,
no sé si lo encontraría,
porque llevaba cerrados
los ojos con que veía.
¡Luna, si tú la guiaras!
¡Luna, como te querría!
Luna blanca,
luna llena,
¡ay!,
lunita de plata fina.

DESDE LA VENTANA
Amado Nervo
(mexicano)

-¿Qué miras por la ventana?
-Miro el sol que ya se va
y me dice: “¡Hasta mañana!”
Di, madre, ¿qué?, ¿volverá?

-Volverá, niño querido,
y hasta tu cuna entrará;
pero… si te halla dormido
todavía, ¿qué dirá?

-¡Ah!, no me ha de ver dormido;
bien despierto me hallará.
-Si te encuentra ya vestido,
¡qué contento se pondrá!

BERCEUSE DE LOS PÁJAROS
José María Souvirón
(español)

Canta la pájara Pinta
sentada en el limón verde:
a dormir, mis pajarillos,
que todo el campo se duerme.
¿Veis la luna? Es la tajada
de un melón resplandeciente.
Mañana la picaremos
cuando el campo se despierte.
Soñaremos con las uvas
jugosas, dulces y fuertes
que crujen, cuando se rompen,
como globos de juguete.
Soñaremos con el sol
que matará las serpientes
y con las niñas del prado
que buscan flores silvestres.
Os canta, dulce, el arroyo
y las hojas que se mueven,
temblando ya de cansancio,
con la brisa del poniente.
Vuelve el gavilán, pausado,
silencioso, en vuelo leve,
hacia su monte lejano
y no habrá por qué temerle.
Tierno está el nido, y suave
con sus plumillas calientes
y yo estoy para guardaros
bajo la noche que viene.
¿Oís? Suenan a lo lejos
campanas y cascabeles.
Ladra el perro del cortijo.
Se esconde, fugaz, la liebre.
Las lucecitas se apagan
como ojos que se duermen.
A dormir, mis pajarillos.
A dormir; todo se duerme.

CANCIÓN DEL ABANICO
Fryda Schultz de Mantovani
(argentina)

Con un gran clavel
pasaba la niña, falda de papel;
por el puentecito, sobre la laguna
color de aceituna.

¡Ay, niña, el clavel!
¡Mira que la brisa se queda con él!
Detrás de la torre hay un caballero
que agita el sombrero.

La niña que pasa
no sabe si el viento la empuja o rechaza…
¡Cuidado la falda, porque es de papel!
¡Ay, niña, el clavel!

LA DONCELLA TÍMIDA
Anónimo

A las puertas del palacio
de una señora de bien,
llega un lindo caballero
corriendo a todo correr.
Como el oro es su cabello,
como la nieve su tez,
sus ojos como dos soles
y su voz como la miel.
-Dios os guarde, mi señora.
-Caballero, a vos también.
-Ofrecedme un vaso de agua,
que vengo muerto de sed.
-Tan fresca como la nieve,
caballero, os la daré;
la recogieron mis hijas
al punto de amanecer.
-¿Son hermosas vuestras hijas?
-Como un sol de Dios las tres.
-Decidme cómo se llaman
si en ello gusto tenéis.
-La mayor se llama Elena
y la mediana Isabel,
y a la más pequeña de ellas
Rosalía la nombré.
-Decid a todas que salgan,
que las quiero conocer.
-La mayor y la mediana
al punto aquí las tendréis;
Rosalía, caballero,
os ruego la perdonéis;
por temor y cobardía,
no quiere dejarse ver.
-Lindas son las dos que veo,
lindas son como un clavel,
pero más linda será
la que no se deja ver.-
A las puertas del palacio
de la señora de bien,
llegan siete caballeros
siete semanas después.

-Preguntadme, caballeros,
que yo os sabré responder.
-Tres hijas como tres rosas
nos han dicho que tenéis;
la más pequeña de todas
sin temor nos la entreguéis,
que en los palacios reales
va a casarse con el rey.

BALADA DE DOÑA RATA
Conrado Nalé Roxlo
(argentino)

Doña Rata salió de paseo
por los prados que esmalta el estío,
son sus ojos tan viejos, tan viejos,
que no puede encontrar el camino.

Demandóle a una flor de los campos:
“-Guíame hasta el lugar en que vivo.”
Mas la flor no podía guiarla
con los pies en la tierra cautivos.

Sola va por los campos perdida,
ya la noche la envuelve en su frío,
ya se moja su traje de lana
con las gotas del fresco rocío.

A las ranas que halló en una charca
Doña Rata pregunta el camino,
mas las ranas no saben que exista
nada más que su canto y su limo.

A buscarla salieron los gnomos,
que lo gnomos son buenos amigos.
En la mano luciérnagas llevan
para ver en la noche el camino.

Doña Rata regresa trotando,
entre luces y barbas de lino.
¡Qué feliz dormirá cuando llegue
a las pajas doradas del nido!

EL CAPITÁN
Ricardo E. Pose
(argentino)

-Madre, ya tengo mi barco
y tengo tripulación:
velero de cuatro palos,
marineros de cartón.
Mañana por la mañana,
cuando se levante el sol,
me iré, mandando en mi barco
mi brava tripulación.
Iré mañana hacia el mar
y tú me dirás adiós.
Prepara, madre, mi gorra.
¡Mi gorra de capitán!
Que la blusa marinera
la abandoné junto al mar.
-¡Ay, mi niño, no te vayas,
tan pequeñito, hasta el mar!
Mira que es triste la noche
sobre tanta soledad.
¿Y quién velará tu sueño?
-Las estrellas velarán.
-¿Y quién cantará en tu lecho?
-Las sirenas cantarán.
-¡Ay, mi niño, no te vayas,
tan pequeñito, hasta el mar!
-¡Madre, si tengo mi barco
y tengo tripulación!
Velero de cuatro palos,
marineros de cartón.
Prepara, pronto, mi gorra.
¡Mi gorra de capitán!
Que la blusa marinera
la abandoné junto al mar.

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