MIS
AMIGAS
Carlos Pezoa Véliz
(chileno)
Tanto
he vagado en el bosque
cantando versos y rimas,
que ya no temen mi paso
las alegres golondrinas.
Y
tanto me aman las pobres,
que, por oír mis estrofas,
unas se posan en mi hombro
y andan muy quedo las otras.
Hoy
no más me vio una amiga
escribiendo un sonetillo,
se acercó… ¡y en el piquito
se lo llevó para el nido!
LA CABRA
Oscar Castro
(chileno)
La cabra suelta en el huerto
andaba comiendo albahaca.
Toronjil comió después,
y después tallos de malva.
Era blanca como un queso,
como la luna era blanca.
Cansada de comer hierbas,
se puso a comer retamas.
Nadie la vio sino Dios.
Mi corazón la miraba.
Ella seguía comiendo
flores y ramas de salvia.
Se puso a balar después,
bajo la clara mañana.
Su balido era en el aire
un agua que no mojaba.
Se fue por el campo fresco,
camino de la montaña.
Se perfumaba de malvas
el viento cuando balaba.
EL
ZORZAL
Juan Burghi
(uruguayo)
Con
su pechera rosada
y su levita marrón;
con ese cuerpo robusto
y ese aire de gran señor,
nadie lo imaginaría
tan delicado cantor.
Muere
el sol y, junto al río
da sus silbos el zorzal:
la tarde que se marchaba,
se volvió para escuchar;
el agua, que iba corriendo,
se detuvo hecha un cristal;
el aire quedó en suspenso;
la brisa, sin respirar;
abrió una boca tamaña
la luna sobre el sauzal,
y con lágrimas de estrellas
el cielo rompió a llorar…
Anochece… Junto al río,
sigue cantando el zorzal.
LAS BODAS DE LA
MARIPOSA
Amado Nervo
(mexicano)
Te vamos a casar,
mariposa de colores,
te vamos a casar;
tus madrinas serán flores-
-¿Y por qué me he de casar
sin hacerme de rogar?
-Te vamos a casar,
mariposa de colores,
te vamos a casar;
tus madrinas serán flores.
-Yo –dice el caracol-
te daré para mansión,
amiga tornasol,
te daré mi habitación.
-Lo que da un amigo fiel,
yo lo acepto siempre de él.
-Yo –dice el caracol-
te daré para mansión,
amiga tornasol,
te daré mi habitación.
-Yo –dijo la hormiguita-,
de mi rica provisión,
te daré una migajita
y de granos un montón.
-¡Oh, qué buena comidita!
¡Oh, qué gran “comilitón”!
-Yo –dijo la hormiguita-,
de mi rica provisión,
te daré una migajita,
y de granos un montón.
La abeja de oro habló:
-Te daré mi mejor miel-.
La abeja de oro habló:
-Te regalo el postre yo.
-Gracias mil, abeja fiel.
¡Y qué buena que es tu miel!-
La abeja de oro habló:
-Te daré postre de miel-.
La abeja de oro habló:
-Te daré mi postre yo.
-Yo –el grillo –iré a tu fiesta
para tocar mi guitarra.
-Completaré la orquesta
-dijo una cigarra.
-Gracias, grillo, no está mal;
cigarrita, está muy bien.
-Yo llevo mi timbal.
-Yo, mi pífano también.
-Grillito, no está mal;
cigarrita, está muy bien.
-Por ti voy a brillar
-el cocuyo prometió-,
pues quiero iluminar
tus bodas sin cesar.
-Gracias a todos y a todas;
serán soberbias mis bodas.
Me quiero ya casar.
-Por ti voy a brillar
-el cocuyo prometió-,
no te hagas de rogar.
CANCIONCILLA
A LA LUNA
Carlos María Vallejo
(uruguayo)
La
primer noche de luna
-ha de ser de luna plena-
haremos ronda de niñas
del parque sobre la hierba.
Luna
blanca,
luna llena,
¡ay!,
lunita de plata fina,
¡ay!,
luna blanca,
luna llena.
Te
cantaremos en corro
la letrilla de la abuela,
hilada bajo el recuerdo,
mientras tejía en su rueca.
Luna blanca,
Luna llena,
¡ay!,
lunita de plata fina.
Se
fue camino del cielo
la niña que más quería,
no sé si lo habrá encontrado,
no sé si lo encontraría,
porque llevaba cerrados
los ojos con que veía.
¡Luna, si tú la guiaras!
¡Luna, como te querría!
Luna blanca,
luna llena,
¡ay!,
lunita de plata fina.
DESDE LA VENTANA
Amado Nervo
(mexicano)
-¿Qué miras por la ventana?
-Miro el sol que ya se va
y me dice: “¡Hasta mañana!”
Di, madre, ¿qué?, ¿volverá?
-Volverá, niño querido,
y hasta tu cuna entrará;
pero… si te halla dormido
todavía, ¿qué dirá?
-¡Ah!, no me ha de ver dormido;
bien despierto me hallará.
-Si te encuentra ya vestido,
¡qué contento se pondrá!
BERCEUSE
DE LOS PÁJAROS
José María Souvirón
(español)
Canta
la pájara Pinta
sentada en el limón verde:
a dormir, mis pajarillos,
que todo el campo se duerme.
¿Veis la luna? Es la tajada
de un melón resplandeciente.
Mañana la picaremos
cuando el campo se despierte.
Soñaremos con las uvas
jugosas, dulces y fuertes
que crujen, cuando se rompen,
como globos de juguete.
Soñaremos con el sol
que matará las serpientes
y con las niñas del prado
que buscan flores silvestres.
Os canta, dulce, el arroyo
y las hojas que se mueven,
temblando ya de cansancio,
con la brisa del poniente.
Vuelve el gavilán, pausado,
silencioso, en vuelo leve,
hacia su monte lejano
y no habrá por qué temerle.
Tierno está el nido, y suave
con sus plumillas calientes
y yo estoy para guardaros
bajo la noche que viene.
¿Oís? Suenan a lo lejos
campanas y cascabeles.
Ladra el perro del cortijo.
Se esconde, fugaz, la liebre.
Las lucecitas se apagan
como ojos que se duermen.
A dormir, mis pajarillos.
A dormir; todo se duerme.
CANCIÓN DEL
ABANICO
Fryda Schultz de Mantovani
(argentina)
Con un gran clavel
pasaba la niña, falda de papel;
por el puentecito, sobre la laguna
color de aceituna.
¡Ay, niña, el clavel!
¡Mira que la brisa se queda con él!
Detrás de la torre hay un caballero
que agita el sombrero.
La niña que pasa
no sabe si el viento la empuja o rechaza…
¡Cuidado la falda, porque es de papel!
¡Ay, niña, el clavel!
LA
DONCELLA TÍMIDA
Anónimo
A
las puertas del palacio
de una señora de bien,
llega un lindo caballero
corriendo a todo correr.
Como el oro es su cabello,
como la nieve su tez,
sus ojos como dos soles
y su voz como la miel.
-Dios os guarde, mi señora.
-Caballero, a vos también.
-Ofrecedme un vaso de agua,
que vengo muerto de sed.
-Tan fresca como la nieve,
caballero, os la daré;
la recogieron mis hijas
al punto de amanecer.
-¿Son hermosas vuestras hijas?
-Como un sol de Dios las tres.
-Decidme cómo se llaman
si en ello gusto tenéis.
-La mayor se llama Elena
y la mediana Isabel,
y a la más pequeña de ellas
Rosalía la nombré.
-Decid a todas que salgan,
que las quiero conocer.
-La mayor y la mediana
al punto aquí las tendréis;
Rosalía, caballero,
os ruego la perdonéis;
por temor y cobardía,
no quiere dejarse ver.
-Lindas son las dos que veo,
lindas son como un clavel,
pero más linda será
la que no se deja ver.-
A las puertas del palacio
de la señora de bien,
llegan siete caballeros
siete semanas después.
-Preguntadme,
caballeros,
que yo os sabré responder.
-Tres hijas como tres rosas
nos han dicho que tenéis;
la más pequeña de todas
sin temor nos la entreguéis,
que en los palacios reales
va a casarse con el rey.
BALADA DE DOÑA
RATA
Conrado Nalé Roxlo
(argentino)
Doña Rata salió de paseo
por los prados que esmalta el estío,
son sus ojos tan viejos, tan viejos,
que no puede encontrar el camino.
Demandóle a una flor de los campos:
“-Guíame hasta el lugar en que vivo.”
Mas la flor no podía guiarla
con los pies en la tierra cautivos.
Sola va por los campos perdida,
ya la noche la envuelve en su frío,
ya se moja su traje de lana
con las gotas del fresco rocío.
A las ranas que halló en una charca
Doña Rata pregunta el camino,
mas las ranas no saben que exista
nada más que su canto y su limo.
A buscarla salieron los gnomos,
que lo gnomos son buenos amigos.
En la mano luciérnagas llevan
para ver en la noche el camino.
Doña Rata regresa trotando,
entre luces y barbas de lino.
¡Qué feliz dormirá cuando llegue
a las pajas doradas del nido!
EL
CAPITÁN
Ricardo E. Pose
(argentino)
-Madre,
ya tengo mi barco
y tengo tripulación:
velero de cuatro palos,
marineros de cartón.
Mañana por la mañana,
cuando se levante el sol,
me iré, mandando en mi barco
mi brava tripulación.
Iré mañana hacia el mar
y tú me dirás adiós.
Prepara, madre, mi gorra.
¡Mi gorra de capitán!
Que la blusa marinera
la abandoné junto al mar.
-¡Ay, mi niño, no te vayas,
tan pequeñito, hasta el mar!
Mira que es triste la noche
sobre tanta soledad.
¿Y quién velará tu sueño?
-Las estrellas velarán.
-¿Y quién cantará en tu lecho?
-Las sirenas cantarán.
-¡Ay, mi niño, no te vayas,
tan pequeñito, hasta el mar!
-¡Madre, si tengo mi barco
y tengo tripulación!
Velero de cuatro palos,
marineros de cartón.
Prepara, pronto, mi gorra.
¡Mi gorra de capitán!
Que la blusa marinera
la abandoné junto al mar. |