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Las nuevas generaciones frenteamplistas

Patria pa'quedarse

Desde la fundación de la Corriente hemos sostenido que la ideología no debe ir más allá de la elaboración de un sistema de eficacia para la aplicación de valores en un contexto histórico determinado.
Estas bases hablan de la realidad que nos ha tocado vivir, de los valores por los que luchamos y de los instrumentos más eficaces para transformar la realidad de acuerdo a nuestros valores.

LA REALIDAD QUE VIVIMOS

Un Mundo injusto

Manifestamos nuestro rechazo ante la situación que vive el mundo. Rechazo a la desigualdad más escandalosa, en un planeta donde 225 personas poseen un patrimonio equivalente al ingreso anual de la mitad de la población mundial. Rechazo a la pobreza en la que viven la gran mayoría de los seres humanos. En el medio del formidable crecimiento que ha vivido el consumo mundial en los últimos años, 3.000 millones de personas sobreviven con menos de 2 dólares diarios. Rechazo a los monstruosos desequilibrios de poder que exhibe nuestro planeta, donde unos pocos especuladores que juegan en el gran casino global deciden el destino de millones de personas.

Mientras que los gobiernos y las empresas procuran exaltar las virtudes de un consumismo atroz, cuyos supuestos son destructivos e intolerantes y no reparan en medios para alcanzar el objetivo de maximizar sus ventas, nada se hace para combatir la corrosión de una pobreza generalizada que afecta las condiciones materiales de la vida y destruye valores éticos fundamentales de las personas.

Vivimos una era signada por cambios tecnológicos de gran significación. Estos cambios le abren a la humanidad posibilidades fascinantes de desarrollo. Han generado condiciones para la aparición de nuevas formas de desigualdad y para la emergencia de nuevos actores sociales. Estos cambios se han producido en parte como causa y en parte como consecuencia del proceso de globalización. Una globalización en clave neoliberal, cargada de elementos ideológicos, como la promoción de las privatizaciones y desregulaciones.

La ideología dominante nos exige un sacrificio en el altar del libre mercado, sin saber para que. Hay que disminuir los derechos sociales y bajar salarios, porque así lo exige la "globalización neoliberal".
No queremos esta globalización que genera tantas injusticias para la mayoría de los seres humanos.
Queremos otra forma de globalización, al servicio del hombre.
Sabemos que podemos construir un mundo mejor.

Queremos crear una sociedad basada en la justicia.

Un Uruguay que excluye

Rechazamos también la realidad de nuestro país. Una realidad en donde la desigualdad y las situaciones de pobreza son cada vez más agraviantes. Cerca de la mitad de los niños uruguayos viven bajo la línea de pobreza. Casi la mitad de los trabajadores de nuestro país sufre algún problema de empleo. La sensación de inseguridad de nuestra población es cada vez mayor.

Esta situación es, en lo esencial, fruto de la "estrategia de desarrollo" seguida por la derecha en los últimos años (priorización de la baja de la inflación a cualquier costo, aperturismo suicida, políticas concentradoras del ingreso). La derecha, que con diversas variantes gobierna nuestro país desde hace décadas, reitera permanentemente en sus propuestas de política los viejos dogmas del neoliberalismo: más mercado, menos estado, desregulación, prescindencia de políticas distributivas, y opción por los equilibrios financieros frente a los problemas del aparato productivo.

Estas políticas, graves en sus secuelas sociales, han tenido consecuencias devastadoras sobre nuestro aparato productivo (falta de dinamismo y desindustrialización,).
Nuestro país exhibía indicadores económicos y sociales similares a los de los países desarrollados, en la primera mitad del Siglo XX . Hoy ha quedado fuertemente relegado a nivel mundial.

Uruguay está expulsando a su gente. Cada año aumenta el contingente de emigrantes uruguayos, y se estima que aproximadamente la mitad de los uruguayos desearía abandonar nuestro país.


NUESTROS VALORES

Los valores permanentes en el accionar político son la libertad, la igualdad y la solidaridad. La izquierda es para nosotros un fenómeno antropológico. Somos de izquierda porque luchamos por un mundo más justo, y sabemos que esta lucha no termina nunca. No existe el fin de la historia proclamado por la derecha. Tampoco existirá un final de izquierda.
Existe un movimiento imparable, aunque no siempre lineal, de la humanidad hacia mayores niveles de igualdad y libertad.

Rescatamos el valor superior de la democracia y el pluralismo y nos comprometemos a luchar por su profundización y extensión.
Trabajamos por la plena vigencia de los derechos humanos en el mundo entero.

Luchamos por la igualdad y levantamos la rica tradición de la izquierda de combate a la discriminación; económica, racial, sexual, generacional y de cualquier otra forma . Defendemos la vigencia de todos los derechos inherentes al ser humano y propendemos a su ampliación permanente en sus nuevos campos.

Reconocemos a la diversidad como un patrimonio cultural de la humanidad. Defendemos el derecho a expresar las diversas identidades individuales y colectivas.
Reivindicamos el legado de las luchas de los pueblos por la liberación nacional y entendemos a la nación como un espacio privilegiado de realización colectiva.
Soñamos un mundo nuevo, en donde la cultura sea respetuosa de la naturaleza y el hombre la quiera y la preserve como sustento de su desarrollo.
Soñamos un mundo feliz hecho por un hombre nuevo, alejado del egoísmo y el consumismo desenfrenado del capitalismo salvaje .
Soñamos con un hombre nuevo constructor de solidaridad y respeto por sus semejantes.

Compartimos el sueño humanista basado en la confianza en las mejores condiciones del ser humano. Condición que le permitió a los uruguayos construir un modelo nacional democrático, integrador y abierto a los inmigrantes. Condición que hizo que el hombre pudiera avanzar en el reconocimiento universal a derechos fundamentales. Esa confianza es la base de los sueños que sabemos pueden transformarse en realidad en el futuro si somos capaces de luchar por ellos con firmeza y sabiduría.


LOS INSTRUMENTOS DEL CAMBIO

Nuestra reflexión acerca de los instrumentos para el cambio progresista parte de algunas constataciones. En primer lugar la bancarrota del neoliberalismo, y lo que ocurre en nuestra región y en el mundo dibujando su catástrofe. En segundo término debemos asumir que los cambios acontecidos en la realidad hacen que muchos de los instrumentos que históricamente hemos defendido deban ser reformulados. En tercer lugar la reafirmación del camino político y sus centralidad para operar las acciones colectivas con sentido democrático desde la Corriente Popular.

Nuevas realidades, nuevos actores

Una de las más relevantes transformaciones que ha acontecido en los últimos años es la caída del socialismo real. Esto implica que el proyecto alternativo no podrá disponer de los espacios que antes existían fruto de la bipolaridad mundial desaparecida.

Otro cambio señalable se produce con la variación sustancial de la composición social paralela a las modificaciones de las estructuras de producción, disminuyendo la cantidad y la incidencia de sectores sociales tradicionales y surgiendo nuevos actores de gran dinamismo.

Los sectores progresistas debemos incorporar activamente a nuestro proyecto a los sectores marginales cuya importancia ha aumentado significativamente "gracias" a las políticas conservadoras. También debemos sumar a sectores altamente innovadores (como los vinculados a la "nueva economía"), ubicados en realidad dentro de los "ganadores" del proceso de modernización capitalista. El dinamismo de estos sectores, suele entrar en colisión con el modelo dominante, por lo que requieren un modelo alternativo para desarrollarse plenamente. Para poder articular estos nuevos actores sociales junto a los que históricamente hemos convocado precisamos de un "pacto social". La política de alianzas debe ser una obsesión para nuestra izquierda. Más que preguntarnos quien sobra en nuestro proyecto, lo que debemos preguntarnos permanentemente es quién no está y debería estar. Estar y participar activamente y ser protagonista de un proyecto que busca profundizar la democracia y construir un modelo participativo y descentralizador.

Nuevo estado, nuevo mercado

Para lograr un modelo que nos permita una inserción competitiva y dinámica a nivel internacional en el marco de una sociedad integrada, precisamos superar el falaz juego de suma cero neoliberal: más mercado, menos estado. Debemos reivindicar un estado fuerte que a su vez sea capaz de organizar y fortalecer el mercado. Un estado que intervenga directamente cuando sea necesario, que regule cuando así lo impongan las necesidades sociales, o que eventualmente deje hacer. Un estado flexible, independiente de las corporaciones, conformado por recursos humanos altamente calificados, bien remunerados y motivados. Un estado más participativo, que pueda articular los diversos actores sociales detrás de una estrategia de desarrollo nacional con justicia social.

Junto a este nuevo estado precisamos un mercado más dinámico, adaptado a las necesidades de nuestro país. Un mercado con una alta presencia de empresarios innovadores y donde existan reglas claras de funcionamiento que den garantías a todos los participantes; comerciantes, industriales, productores y que reconozca los derechos humanos del consumidor como principal protagonista de la economía.

Gobernar la globalización

La globalización de los procesos económicos convierte al mundo en un solo gran mercado productor y consumidor, como consecuencia de la velocidad de las comunicaciones y la sustitución de la masificación tradicional de actividades por una especialización mas valorada. Variantes que pueden ser ventajosas en la medida que sepamos aprovecharlas u obstáculos insuperables en caso contrario.

Reivindicamos el ámbito local como espacio desde el cual transformar la sociedad. Afirmamos la importancia de reafirmar la identidad nacional, sostenerla y exhibirla con legítimo orgullo de orientales y uruguayos Pero también sentimos la necesidad de integrarnos cada vez más profundamente a estructuras supranacionales. La respuesta de la izquierda a los desafíos del presente tiene necesariamente un alto contenido global. El proceso de globalización en marcha tiene consecuencias decisivas sobre la mayoría de los seres humanos del planeta. Sin embargo nadie sabe con precisión dónde y sobre la base de que análisis se resuelven las "reglas" de la globalización que después todos los gobiernos deberán acatar. ¿Quién adopta todas estas "sabias" decisiones?

La respuesta a tanta irracionalidad se llama democracia. Hay que gobernar el signo de la globalización. Si muchas de las decisiones que antes correspondían a los estados nacionales hoy están fuertemente condicionadas por el marco global, entonces es en el ámbito global que deben ser resueltas. Precisamos un "Estado democrático planetario" que regule la economía mundial y establezca criterios distributivos. Tenemos que caminar en dirección a ese objetivo y proponer iniciativas en los organismos multilaterales estatales internacionales, en el ámbito de la Organización de las Naciones Unidas y en los distintos foros democráticos de la comunidad internacional. Sostenemos la necesidad de instaurar un salario mínimo mundial, junto a normas que penalicen el dumping social. Proponemos la reducción de la jornada laboral como solución de mediano y largo plazo al problema del desempleo. Somos parte del movimiento mundial para la instauración de la tasa Tobin, como un mecanismo para regular los movimientos especulativos de capital a escala internacional.

Apostar al futuro

Nuestra sociedad destinó a principios del siglo XX gran cantidad de recursos a la construcción de numerosas escuelas públicas, las que se transformaron en un monumento uruguayo a la democracia y a la igualdad de oportunidades. De ese mismo período data la construcción del Palacio Legislativo, que se constituyó en un imponente símbolo de libertad. La construcción de estos "monumentos" requirió del sacrificio de generaciones que lo hicieron soñando con un mañana mejor.
Herencias de un modelo nacional que funcionó en el viejo Uruguay Batllista y que nos ilustra sobre la viabilidad del Uruguay del futuro.

La sociedad uruguaya debe hacer un enorme sacrificio en el campo educativo y científico-técnico. Debemos apostar decididamente a la sociedad de la información y a la nueva economía. Tenemos inmejorables condiciones para hacerlo y si no lo hacemos quedaremos nuevamente relegados, está vez quizás de manera más irreversible. Una revolución educativo-científico-técnica permitirá hacer realidad el sueño de una sociedad genuinamente desarrollada, libre e igualitaria.

Las nuevas generaciones frenteamplistas

El análisis de los instrumentos políticos para la transformación del Uruguay debe girar en torno a la formidable herramienta del cambio que constituye el Frente Amplio. La creación del Frente expresa el viejo anhelo de aglutinar todas las fuerzas progresistas detrás de una única formación política, el "Partido del Cambio", como lo definía Quijano. De esta forma el viejo bipartidismo blanco-colorado, daría lugar a uno del tipo progresistas-conservadores. Este nuevo bipartidismo que empezó a tomar forma con la fundación del Frente Amplio, terminó de quedar definitivamente instaurado en las últimas elecciones nacionales. El Frente se ha convertido en la primera fuerza política del Uruguay a pesar de no haber conquistado la presidencia.

La Corriente Popular reivindicando su origen blanco, nacionalista y popular, se siente orgullosa de formar parte de este espacio de la esperanza nacional, junto a tantos valiosos compañeros de distintas tradiciones de nuestro movimiento popular. Sentimos el compromiso de aportar a la elaboración de un proyecto renovador para la izquierda, necesario para permitir la concreción del anhelo histórico de un gobierno de mayorías nacionales. Un proyecto que contemple los cambios de elencos y propuestas que nuestro Frente requiere para mantener permanentemente plena vigencia. Una de las características centrales de nuestra identidad de siempre: el componente juvenil y renovador de nuestro grupo, está llamada a jugar un papel decisivo en esta tarea. Nos comprometemos a poner nuestro mejor empeño en incorporar nuevos militantes o de rescatar a los que se encuentran desmovilizados o desmotivados, para contribuir de esta forma a la vitalidad y continuidad del proyecto progresista.

La Corriente Popular afirma su fe en el futuro progresista. Convoca a dejar atrás las tristes herencias de desilusión y desesperanzas originadas en el Siglo XX y a mirar los extraodinarios logros de la cultura , la civilización y el progreso ocurridos en la centuria.
Proclama su optimismo nacional y universal. Rechaza cualquier amarga reconciliación con la realidad basada en el desencanto.
Reafirma la voluntad inquebrantable de construir una sociedad basada en la dignidad del hombre y rechaza con idéntica energía toda visión inspirada en las amarguras de la historia.
En la Corriente Popular nos sentimos capaces de ayudar a transformar los sentimientos de dolor en rabia y bronca constructivas que salgan desde el alma de los hombres y mujeres de todas las edades para gritar libertad y edificar justicia.
En la Corriente Popular nos sentimos dignos luchando por la dignidad, integrantes de una cultura nacional que sintetiza valores prominentes de vertientes universales.

Patria pa'quedarnos

Para llevar a la práctica el proyecto progresista debemos convocar a los sujetos del cambio. Precisamos de los tradicionalmente perjudicados por las políticas neoliberales: los trabajadores, los desocupados, los industriales y los productores agropecuarios. Precisamos de nuestra gente del interior, del país profundo, del extremo norte, del centro, del este y del oeste. Precisamos, a los nuevos actores de la sociedad de la información, a los científicos, a los profesionales y a los empresarios vinculados a la nueva economía.

No renunciamos a construir deliberadamente, desde nuestro rechazo radical a la injusticia, un futuro diferente.
No son fuerzas ingobernables las responsables de lo que nos pasa, como afirma la derecha. Nuestro destino depende de nosotros.
Somos hombres y mujeres con ambición.
Tenemos la enorme ambición de soñar con un mundo diferente.
Un mundo donde nuestra felicidad y la de las personas que queremos esté indisolublemente ligada a la libertad y a la felicidad de nuestros semejantes.
Padecemos las injusticias desde este rincón del mundo y desde aquí decimos que no damos ninguna batalla por perdida. Nuestra patria la vamos a hacer más nuestra, más entrañable. Acá no sobra nadie.
En la patria que se viene hay lugar para todos.
En el mundo nuevo caben todas las patrias.

Uruguay 2001